Otros nombres:
Bufeo
Delfín rosa de río
Inia
En 1824, Alcide d’Orbigny describió el Inia boliviensis como especie distinta, y establecer el término genérico Inia. Más tarde, el taxón se clasifica como una subespecie de Inia geoffrensis y este arreglo taxonómico duró hasta la década de 1970 no impugnados.
En 1977, un análisis morfológico y morfométrico basado en los individuos depositados en museos población boliviana considera una especie distinta. La distinción fue cuestionada desde los caracteres utilizados fueron muy variables para su uso en la distinción de las poblaciones en dos especies distintas. Sobre la base de la morfología de la cráneo, en 1994, se propuso que de nuevo I. g. boliviensis representaba una especie distinta, sin embargo, debido al pequeño número de muestras analizadas la conclusión fue parcial.
Algunos autores han seguido la disposición taxonómica teniendo en cuenta la población boliviana como una especie distinta, mientras que otros continuaron tratándolo como una subespecie.
En la década de 2000, la hipótesis de dos especies válidas se analizó con los estudios moleculares y genéticos. Los análisis de ADN mitocondrial, genes del citocromo b mitocondrial secuencias e intrón nuclear mostraron una amplia variación entre la población de Bolivia y el Amazonas-Orinoco, lo que demuestra una distinción a nivel de especie. Un nuevo estudio morfológico también demostró que hay dos especies válidas.
La lista de las especies y subespecies de la Sociedad de Mastozoología Marina (SMM) de mamíferos marinos Comité de Taxonomía (2012) ha aceptado la evidencia de que el delfín de río boliviano Inia boliviensis es una especie distinta y no una subespecie del delfín del río Amazonas (o boto), Inia geoffrensis. Los Delfines de río boliviano se encuentran únicamente en los ríos de la cuenca alta del drenaje de Madeira en Bolivia y por encima de los rápidos Teotonio entre Bolivia y la frontera entre Brasil y Bolivia. Tanto el ADN y los estudios morfológicos han demostrado que este aislamiento geográfico tiene y como resultado que el delfín de río boliviano evolucionó de forma independiente en una especie separada (tiempo estimado de divergencia hace unos 3 millones de años).
La presencia de Inia boliviensis ha sido confirmada en los Departamentos de Cochabamba, Santa Cruz y Beni, en las subcuencas de los ríos Mamoré e Iténez.
En septiembre de 2012, el presidente de Bolivia, Evo Morales, promulgó una ley para proteger a los delfines y los declaró tesoro nacional.
En Bolivia, se conoce al delfín de río como ¨bufeo¨. El nombre Inia proviene del grupo étnico de los Guarayos, en Baures lo llaman IBGE, los Itonamas lo conocen como Puchca y en Moxos es llamado Aico.
El bufeo es una especie estrictamente dulceacuícola, es decir, que solamente habitan los sistemas de aguas dulces de la Amazonía boliviana, por lo que presentan ciertas adaptaciones para el medio en el que viven; poseen un cuerpo robusto pero extremadamente flexible ya que son capaces de doblarse, torcerse y enrollarse, esto debido a que sus vértebras cervicales se encuentran sueltas permitiéndoles internarse en los bosques inundados de la Amazonía para poder buscar, perseguir y cazar a los peces de los que se alimenta.
Este delfín es el más grande de los cetáceos de río: los adultos llegan a medir hasta 2.3 metros en el caso de las hembras y 2.7 metros en el de los machos, mientras que su peso oscila entre los 85 y los 160 kilogramos.
Presentan la frente pronunciada debido a la presencia de un órgano sensorial denominado ¨melón¨ que permite la localización de objetos por medio del sonido a través de un sistema de ecolocalización o sonar, el cual es muy desarrollado para detectar a sus presas, nadar entre vegetación inundada o troncos sumergidos y aguas turbias. Este sistema funciona mediante la emisión de frecuencias ultrasónicas y de baja frecuencia que son recogidas por los oídos y el melón dándoles la orientación necesaria para pescar y desplazarse. Esta especie tiene ojos muy pequeños y un hocico bastante largo típico de los delfines de agua dulce y en la parte superior del hocico presentan unos pelos cortos sensitivos (vibrisas). Poseen un oído interno que se encuentra localizado detrás de la mandíbula inferior. En común con sólo el boto y el delfín de río Araguaian, tienen diferentes tipos de dientes en su mandíbula, los que están en el frente son la forma cónica sencilla habitual mientras que los de la parte trasera (molares) están diseñados para ayudar en el aplastamiento de las presas. Las aletas pectorales y caudales son anchas y la aleta dorsal se asemeja a una cresta baja o quilla.
Una característica interesante de los bufeos es la coloración de la piel: cuando son adultos presentan una piel de colores variables en tonalidades que van desde el gris pálido hasta el rosado intenso. Esta variación en los patrones de coloración probablemente dependa de la temperatura, claridad del agua, la actividad física y la posible ubicación geográfica, de los individuos. En las crías usualmente el color predominante es el gris.
El Bufeo se alimenta de una variedad de peces, hasta 50 especies, pero se sabe que uno de sus bocados favoritos es el enorme pacú, también incluye en su dieta a cangrejos y moluscos, a veces, cuando el hambre apremia, también se alimenta de petas (tortugas pequeñas).
Su madurez sexual se alcanza entre los 5 y los 13 años en las hembras y los 9 y los 12 en los machos. El color de su piel varía de acuerdo a la edad, la condición física, el agua y está ligada con la irrigación sanguínea de los vasos subcutáneos. Una de las cosas que más llama la atención es, justamente, el color de estos animales, generalmente rosados que varían en intensidad y que cuando emergen brillan con los reflejos del sol volviéndose tornasolados. Cuando nacen, las crías tienen una coloración gris, pero a medida que crecen van cambiando al rosado.
Durante la época de apareamiento, en octubre y noviembre los colores se encienden todavía más y los nativos aseguran que los bufeos son de los pocos animales que se aparean con placer. Por ello es común ver parejas de delfines retozando en las orillas de las blancas playas de arena durante horas, antes de aparearse.
El periodo de gestación dura 8 meses y medio (9 u 11 meses según algunos autores). Las crías nacen con un peso aproximado de 7 kilogramos al nacer y unos 80 centímetros. La edad de vida se calcula en 30 años.
Estos animales son solitarios. A veces se puede ver a los padres y la cría, pero se juntan para alimentarse y jugar, a veces en grupos de hasta 15 bufeos. A diferencia del delfín marino, los bufeos nadan lentamente, aunque pueden llegar a velocidades de 23 km/h y desplazarse 30 kilómetros o más en un día. Reemplazan la velocidad por la flexibilidad y maña al momento de cazar.
La tradición cuenta que los bufeos son apuestos guerreros que salen de los ríos en las noches de luna para cortejar a jóvenes doncellas, a las cuales dejan encinta, para volver después a los remansos donde llevan una vida apacible.
Son una especie única en el mundo y están rodeados de historias, como la que afirma que ayudan a los náufragos, empujándolos hacia la playa. Estos son los bufeos del Beni. «Quien mata a un delfín, morirá ahogado», aseguran los habitantes de las riberas de los ríos benianos, y no es una simple superstición: es una ley de convivencia.
En las profundidades de la selva virgen, donde los rayos del sol no pueden abrirse paso entre los ramajes y los ríos son el principal sustento, los nativos conocen cada secreto de la naturaleza, las características de los animales y han hecho de los delfines (bufeos), sus más fieles compañeros.
Los mojeños aún conservan muchas de sus tradiciones, entre ellas la que asegura que el dios Chaure es el encargado de bajar a la tierra y convertir a los hombres en animales, de acuerdo a sus personalidades; por ello los taimados se transforman en zorros, los fuertes en águilas pescadoras y los inteligentes en delfines. Otra de las creencias que está fuertemente arraigada es la de que los delfines pueden salvarle la vida a un pescador si se está ahogando.
En el norte de Brasil (y también en algunas comunidades del Beni), se cree que durante las noches de fiesta los bufeos se transforman en jóvenes altos y apuestos, buenos bailarines y bebedores, que enamoran a las mujeres, a quienes llevan a las márgenes de los ríos para dejar embarazadas. De madrugada, retornan al río donde recuperan su forma animal.
Mil y una leyendas se tejen alrededor del delfín de río, una especie única en el mundo, y son estas creencias las que en cierta manera han preservado a estos animales de la caza indiscriminada y del uso abusivo que a veces se hace de otras especies, como el caimán negro o la londra, ahora en extinción.
Las características que hacen único al delfín boliviano, se deben sobre todo a que algunas millas de la confluencia del río Mamoré, comienzan las largas cataratas del Madeira, obstáculo que no pueden superar estos delfines. El aislamiento del Amazonas durante largo tiempo, habría producido una evolución separada del delfín boliviano. Una población que aparentemente permanece aislada del resto de su distribución, habita en las partes altas de la cuenca del río Madeira en el Beni.
La migración de los peces es muy importante en la distribución de los bufeos a lo largo del año. Durante las fuertes lluvias de la estación húmeda, los ríos ven sobrepasado su caudal y las aguas se extienden entre los bosques inundados. Los peces nadan a estas áreas para alimentarse de las frutas y semillas que caen de los árboles. Los delfines amazónicos siguen a los peces, nadando entre los troncos. Por lo tanto, se distribuyen reaccionando a las migraciones estacionales de los peces y al ciclo anual de las inundaciones.
El bufeo al igual que las otras especies de delfines de río es estrictamente dependiente del hábitat acuático en que vive, por ello, cualquier alteración antrópica de su hábitat representa una amenaza directa para la especie.
El hombre es el peor enemigo, sobre todo por las perturbaciones que ocasiona al hábitat de los animales. En el caso del bufeo, la contaminación de los ríos por las dragas auríferas, que utilizan mercurio, es uno de los motivos principales de peligro. Por ser un carnívoro tope de la cadena alimenticia acumula en sus tejidos los químicos tóxicos vertidos en las aguas.
La construcción de las enormes plantas hidroeléctricas, pese a que se afirme lo contrario, es una amenaza absoluta para todos los animales de la zona. El bufeo no se salva. Aunque su carne no es preciada, algunas poblaciones humanas utilizan su grasa como aceite para linternas o cocina.
El deterioro de su hábitat ha obligado a los bufeos a buscar nuevos lugares, cada vez de más difícil acceso. Esta situación reduce cada vez más los grupos de bufeos por lo que la relación existente entre las diferentes poblaciones es casi nula. De acuerdo a Silvia Ten, investigaciones recientes revelan que dentro de una misma población sus miembros presentan una homogeneidad genética alta, lo que podría indicar que los individuos se están cruzando entre sí, debido a su aislamiento. Esta homogeneidad puede deteriorar la variabilidad genética de los delfines de río, lo que implica que las probabilidades de extinción de la especie aumenten en cada generación.
El delfín amazónico, único miembro de un género monotípico, está categorizado como especie vulnerable y su población total es desconocida.
El bufeo boliviano, como mamífero acuático y como especie endémica, es uno de los animales más sensibles a las alteraciones del medio ambiente y a la presión humana.
A pesar de que existen una serie de amenazas que afectan al bufeo en nuestro país, se citan a continuación solo las más relevantes y potenciales:
Represas Hidroeléctricas.
Contaminación con mercurio.
Pesca comercial (uso de mallas).
Deforestación en zonas ribereñas y degradación ambiental general (infraestructura vial, etc.).
Mortandad directa por uso de embarcaciones.
Turismo ¨no responsable¨.
Falta de políticas específicas de conservación.
Vacíos de información.
Iniciativas de protección y conservación.
Es un indicador de la calidad del medio-ambiente. En otras palabras, donde puede vivir y reproducirse, el río está en buen estado y, explica Verónica Zambrana: “Conservando al bufeo se protege a los ecosistemas acuáticos en su totalidad. Es una especie carismática, que llama la atención. Con el bufeo como embajador podemos proteger a todas las especies que conviven con él, en particular a los peces que representan un recurso económico importante.
Población estimada: Desconocida pero, potencialmente unos 25.000 individuos.