Creo que esta visión equivocada se debe más a una proyección en los delfines de fantasías personales que al animal en sí mismo. Toda la literatura del delfín como animal “espiritual”, en contraposición a los demás animales, no hace sino alejarnos aún más de lo que realmente son.

Introducción a una visión más real de los delfines
Los delfines han llamado la atención y se han ganado la simpatía de los seres humanos desde tiempos inmemoriales. Ya los mitos griegos nos hablan de delfines curiosos que por propia voluntad buscaron la compañía de los seres humanos, especialmente de los niños, en las costas del mar mediterráneo. Historias similares se repiten en las culturas que habitaban las costas de los diversos mares del mundo. Parece que, de alguna manera, desde el inicio de los tiempos la atracción entre el ser humano y el delfín ha sido recíproca. Algunos de los mitos sobre los delfines han llevado a una visión del delfín, influenciada por la cultura llamada “de la nueva era”, un poco distorsionada con respecto a su real naturaleza.

El hecho de que unos ciervos salten sincronizadamente no deja de ser para muchos solamente un comportamiento estereotipado y rígido que sólo atrae a cazadores y fotógrafos, pero si los delfines lo hacen, entonces es que deben están alegres y es un show en honor a nosotros, o incluso pueden llegar a ser señales para comunicarse con los atlantes o con los extraterrestres. Si esto es cierto, también está el extremo opuesto: el de los que los confunden y pescan y consumen como si fueran peces, lo que está llevando al borde la extinción a muchas poblaciones e incluso a especies completas de delfines.
Lo primero que hay que entender es que el delfín no es ni un pez ni un ángel sino un mamífero que, al igual que nosotros, tiene pocas crías a lo largo de su vida –en comparación a los peces–, las alimenta de leche y establece vínculos afectivos prolongados con su descendencia (¡se ha documentado incluso el caso de un delfín que amamantó a su cría durante más de 16 años!). Además, son animales longevos (la orca, el mayor de los delfines, puede vivir más de 70 años) y sociales, e incluso podemos decir que cada delfín posee de alguna manera su propia y característica personalidad. Finalmente, no hay que olvidar que en la base de todas sus conductas está la adaptación y la lucha por su supervivencia y, en última instancia, por su reproducción, al igual que cualquier otro animal.
Los delfines no son el ejemplo de parejas fieles y monógamas que duran para toda la vida, como muchos románticos de la nueva era creen, ya que en general presentan una marcada bisexualidad y promiscuidad en el sentido de que es común encuentros de naturaleza sexual tanto entre individuos del mismo sexo como del sexo opuesto. Estos encuentros sexuales, cuyo fin obviamente no es únicamente la reproducción, pueden cumplir diversas funciones tales como el establecimiento de jerarquías, la resolución de conflictos o el establecimiento y manutención de vínculos afectivos y alianzas dentro de los miembros del grupo.

Delfines
Los efectos del delfín no son mayores de los que ocurren con la terapia con caballos, perros o gatos o cualquier otro animal entrenado especialmente para estos fines. La verdadera diferencia entre el delfín y los otros terapeutas animales es que muy pocos saben lo que si se piensa un poco es bastante obvio, que todo esto se hace a costa muchas veces de la salud de un animal que necesitaría desplazarse muchos kilómetros diarios para nadar y, sobre todo, que necesita agua marina, hasta ahora irremplazable artificialmente, para llevar acabo las actividades naturales que aseguran el bienestar de su especie. Dada esta obviedad, está claro que muchos se enferman tanto física como mentalmente y mueren antes de tiempo. El famoso delfín Flipper fueron muchos Flippers que morían e iban siendo reemplazados, al igual que las orcas que constantemente mueren y son reemplazadas en Sea World. De hecho, el entrenador de los numerosos Flippers, Ric O’Barry es hoy en día el principal activista en contra de la captura y cautiverio de los delfines (The Dolphin Project). Además, hay que recalcar que no todos los delfines son adecuados para los programas de nado y menos de delfinoterapia, ya que algunos son violentos (generalmente los machos) y otros excesivamente lascivos. Mientras la gente común o los que presentan problemas tales como el autismo nadan con ellos, estos, por su parte, pueden estar improntados, es decir, fijados social y afectivamente al ser humano y no a otros delfines, identificando a los seres humanos como su propia especie. Esto, junto a su potencial alteración psicológica debido al poco espacio y la falta de vínculos sociales con sus pares, presentan algunas conductas anormales tales como masturbarse compulsivamente e intentar copular con los nadadores humanos. El lado más oculto es que existen muchos casos de nadadores y entrenadores gravemente heridos e incluso asesinados por delfines, todos casos ocurridos en cautividad y ocultos a la opinión pública por los dueños de acuarios.


La curiosidad y atracción que los delfines nos provocan ha llevado a que se los haya capturado y recluido para espectáculos, con ganancia segura para los dueños del evento debido a su gran popularidad. En estos recintos, además del show principal, son comunes los programas de nado con delfines y la llamada delfinoterapia, que promete sanación gracias a los poderes ocultos del sónar de los delfines quienes, supuestamente, al igual que una ecografía, auscultarían al enfermo, se darían cuenta del problema y modificarían las anomalías utilizando su ultrasonido y así curarían milagrosamente todo tipo de dolencias y enfermedades a quienes tengan la oportunidad de ser tratado por el doctor delfín. Pero la eficacia de la delfinoterapia no está probada científicamente y los pocos trabajos serios que hay al respecto desmienten sus poderes. De hecho, algunos afirman que el sonar se perdería en cautividad debido a que este rebotaría entre las cuatro paredes del tanque al ser emitido, confundiendo con ello al delfín, al igual que ocurriría con un ser humano encerrado en una habitación construida enteramente por espejos.


Detrás de la sonrisa permanente dibujada en el rostro del delfín, que no refleja su verdadero estado emocional sino que es fruto de no tener músculos faciales, y detrás del aura mística que muchas veces es adjudicada a ellos, se oculta un mamífero que retornó al mar, un ser vivo más parecido a todo animal vivíparo que alimente a sus crías con leche por medio de mamas que a cualquiera de las fantasías humanas, un animal que si se aprecia tal cual es, se vuelve una especie aún más fascinante y compleja que supera los mitos que la rodean y que alberga misterios asombrosos como cualquiera de las otras especies de seres vivos que existen y han existido en nuestro planeta.
Misión GAIA – Rescate humano – El lado oculto del delfin – 19 mayo 2012
