El canal táctil

El tacto

Este sentido permite experimentar las sensaciones de contacto, presión y temperatura. Los seres humanos presentan terminaciones nerviosas especializadas y localizadas en la piel, que se llaman receptores del tacto. Estos se estimulan ante una deformación mecánica de la piel y transportan las sensaciones hacia el cerebro a través de fibras nerviosas. En los delfines, este sentido está bastante desarrollado, a pesar de que no tienen. La gran relevancia del tacto se debe a que tienen una piel muy especializada y un sistema muy complejo en cuanto a las terminaciones nerviosas, que son más en las zonas de mayor sensibilidad como la mandíbula. La piel de los delfines se daña frecuentemente, a veces en gravedad, debido a que es muy suave y vulnerable a los agentes externos; no obstante, la curación es muy rápida. Si nos acercáramos a algún delfín, nos percataríamos de que su piel realmente está en mal estado debido a las magulladuras y los cortes que este animal sufre durante su vida, que dura un promedio de 40 años, dependiendo de la especie y dónde se halle.

Los delfines se ayudan de la piel para nadar más fácilmente (en general, los cetáceos necesitan un flujo de agua en torno al cuerpo para poder nadar a gran velocidad con el menor esfuerzo posible). De este modo, la forma del cuerpo tiene que adaptarse continuamente durante la natación. Se cree que los delfines consiguen estos ajustes utilizando la piel como un sensor de presión.

Determinadas zonas de la piel de los delfines tienen funciones específicas. Por ejemplo, algunas especies de delfines utilizan la piel de la zona de la mandíbula para detectar fuentes vibratorias de baja frecuencia y o hacen uso de la misma para calcular la velocidad a la que nadan mediante receptores de presión.

Podemos determinar el tacto de los delfines mediante el estudio de su comportamiento ante objetos extraños. Un delfín suele emplear la punta de la mandíbula inferior para investigar a los agentes externos, la misma función que tiene la yema de los dedos en los seres humanos. Asimismo, se está investigando hoy en día si los delfines machos utilizan el pene para analizar algunos objetos.

La comunicación táctil

El tacto es uno de los medios más importantes de los delfines para la comunicación, tal y como se extrae de la observación del comportamiento de este mamífero. Un hecho destacado en relación con esto es que los delfines en cautividad buscan el contacto con sus cuidadores y son sensibles a este. Esta receptividad es aprovechada por sus adiestradores para impulsarlos a actuar de una manera u otra a través de las caricias, cuando hacen algo bien, y de los cachetes, cuando hacen algo mal; acciones a las que los delfines no quedan impasibles.

Se ha observado que incluso hay contacto, muchas veces orientado a la actividad sexual, entre los propios delfines en libertad. Previamente a la copulación, los delfines intercambian mordiscos y caricias cerca de la zona de la boca. Esta actividad precoital se va volviendo cada vez más violenta conforme el delfín va alcanzando la edad adulta y la consiguiente madurez sexual. Los participantes salen y se sumergen enérgicamente en el agua de forma alternativa, conformando una forma parecida al círculo. Unas veces rozan sus cuerpos y otras chocan las cabezas con gran violencia, produciendo amplios movimientos en las piscinas en el caso de que estén en cautividad. Esta actividad les causa un gran estímulo sexual (casi siempre lleva a la copulación) y en ningún caso es una actividad que los ponga en peligro.

Otras muchas caricias de los delfines, en cambio, son suaves como, por ejemplo, los roces que se producen entre sus aletas durante la natación. Algunos experimentos con delfines mulares han demostrado que una delicada estimulación táctil es interpretada por el delfín como una enorme recompensa.

La comunicación táctil de los delfines no tiene siempre un objetivo de acercamiento.  Estos animales, al igual que el resto de mamíferos, muestran en algunos casos conductas agresivas y violentas que se reflejan en ataques. Las disputas se producen por motivos variados: conseguir la posesión de un determinado objeto, por el alimento, por razones de territorio o incluso sin ningún motivo identificable. Durante las peleas, los delfines hacen uso de las mandíbulas y de las aletas para golpear y de los dientes para morder. De estos encontronazos, a los delfines les suelen quedar cicatrices que conservarán hasta la muerte. Resalta, en relación con esto, la actitud de las madres, que castigan a sus cachorros con mordiscos, obligándoles a permanecer en la superficie o en el fondo de la piscina o del mar (según estén en cautividad o no, respectivamente).

A pesar de que todos los delfines pueden participar en una pelea, son más propensos a ellas los machos adultos, los más violentos, y el objeto de sus ataques son los más jóvenes, la mayor parte de las veces. Casi la totalidad de los machos jóvenes tienen heridas, muchas de ellas cicatrices, en el área genitourinaria debido a las agresiones que han recibido de los mayores por derechos sexuales. Las marcas que quedan en los delfines tienen una función jerárquica e identificativa, ya que comunican al animal joven quién tiene la primacía sobre las hembras y la reproducción.

Las marcas de estas peleas sirven a los investigadores para identificar a los individuos mediante la foto-identificación. Sin embargo, en estas luchas no se producen muertos debido a que en situación de libertad el amplio espacio permite el retiro del delfín vencido.

El cautiverio

En cautiverio son agrupados delfines de diferentes conjuntos, hasta de diferentes países, los cuales no se conocen y no tienen una estructura grupal establecida, por ello, tienden a desarrollar una nueva jerarquía. En las pequeñas piscinas no hay forma de evitarse el uno al otro, por lo que los conflictos entre los animales derivan en peleas muy agresivas que pueden causar la muerte de un delfín. Estas matanzas son fenómenos no naturales y son consecuencia directa de una condición antinatural para el delfín: el cautiverio.

Es necesario, llegado este punto, abordar un asunto que no ha sido investigado de manera concluyente: la homosexualidad de los delfines. Solo hay documentado un ejemplo de homosexualidad. Este hecho se produjo entre dos delfines mulares machos que fueron puestos juntos por primera vez. Llegaron a un encuentro sexual, pese a que comenzaron con el típico intercambio de amenazas. Este acto sexual estuvo liderado por el delfín vencedor ante la orgullosa sumisión del vencido. Esta unión homosexual, única entre delfines hasta la fecha, duró aproximadamente una hora. El perdedor de esta pelea, que antes era dominante en la comunidad, no volvió a intentar imponerse a los demás y se resignó a dejar de ser un delfín líder.